1. Ya que no recibes ninguna tarjeta de felicitación de parte del mundo, Yo te daré una tarjeta con una pequeña canción en el día de tu onomástico. Pienso que esta tarjeta durará más tiempo que la del mundo. - Porque Yo siempre estaré abierto y seré generoso y atento para los que están abiertos; pero para los reticentes Yo también seré un dador muy ahorrador. Por eso no te pongas a pensar, si hoy, en tu día, nadie quiera encontrar tu habitación. - Pero para esto vengo a ti dos veces: en cuanto al oído, y así también en cuanto al ojo. ¡Mira, aquí estoy Yo!
2. Y ahora, con esta presencia Mía, visible para ti, escribe esta pequeña canción con el título:
1. En el denso y enmarañado borde de un bosque ves un extraño árbol seco, una única hojita lo adorna muy pálidamente. Pero esta última hoja ya no cuelga de la rama, sino con las justas sólo de un hilo de araña, hasta que un viento del oeste la libera de la atadura.
2. Mira el mundo, cuánto se parece a la hoja, pues cuelga también muy fina y livianamente del mismo hilo del árbol de la vida. Oh, mira, un rudo viento del oeste se está agitando allí, trayendo consigo el final, el resto para este adorno, ya está zumbando alrededor del borde espinoso del bosque.
3. ¡Oh árbol, oh árbol, remanente muerto en el bosque! Te jactas de tu aparente poder, ¿por qué, tonto? ¿Acaso no es la muerte tu suerte? - Sí, muerto, estás completamente muerto, oh árbol, ¡desde hace mucho tiempo! Por eso no tienes miedo de Mi cercanía, no tienes miedo en el oscuro regazo de tu tumba.
4. La última hoja, completamente liberada de tu atadura, solo te adorna con un hilo de fuerza que fue hilado por un animal desdeñoso - ¡¿y todavía quieres lucirte frente a Mí en este antiguo territorio de caza?! - ¡Mira, el viento del oeste está ahí con gran codicia!
5. ¡Cosa débil y solitaria, ¿estás trinando ya?! Haces bien; pues basta sólo una pequeña señal Mía: ¡y tu esplendor, oh árbol, llega a su final! ¿No puedes intuir quién está parado aquí contigo ahora? Sí, sí, el viento del oeste está soplando ya alrededor de tus ramas, ¡y no te deja notar el gran poder!
6. Oh viento del oeste, ¿por qué vienes con tanta fuerza aquí? - ¡Tan solo una hoja seca se aferra entre las ramas, colgada del hilo debilísimo de una araña! Es por eso que puedes soplar muy suave y ligeramente, ¡muy fácil puedes hacer frente a esta imagen, que está completamente muerta en el sentido más completo!
7. Oh, fíjate, fíjate en esta imagen, mundo muerto, cómo sólo tu locura te anima aún más; ¡Esa es tu existencia en este último tiempo! - ¡Escucha el último llamado de Mi Boca, vuélvete a Mí en esta hora, antes de que la eternidad te alcance! -
3. Oye, entiende y sigue. Amén.
Fuente: Dádivas del Cielo, tomo 3, recibido el 25 de julio de 1842, por Jakob Lorber.